martes, 26 de marzo de 2013

Sobria cocina riojana


¡¡Hoy nos vamos a Logroño, chicos!! Buena elección, ¿verdad? Tierra de vinos por excelencia, pero donde el buen comer tampoco le va a la zaga. Ciertamente, a uno cada vez que visita dicha ciudad se le aviva el espíritu, al ver la alegría y el gran ambiente que se vive en sus calles. Digno de ejemplo, la verdad. Ejemplo gastronómico también el lugar donde tuvimos la oportunidad de degustar la rica y amplia gastronomía riojana: Asador Herventia. Se trata de un restaurante ubicado en el mismo centro de la ciudad, en la calle principal (tiene la entrada por la calle Portales) con decoración minimalista, con muros de piedra, columnas de hierro fundido que soportan vigas de madera conformando el techo. Servicio de mesa mantelería, vajilla y cristalería más que correctos y de calidad.






No obstante, su concepto es más amplio que el de un asador, puesto que el Asador Herventia brinda no únicamente la oferta que caracteriza a este tipo de restaurantes, sino que ofrece una carta más extensa y sofisticada basada en los mejores productos de temporada. A ello se une su gran variedad y cuidada selección de vinos que maridan perfectamente con su apreciada carta. Nosotros, como no podía ser de otra manera, además de saborear un buen caldo, dimos buena cuenta de un exquisito cordero, entre otros platos. Vayamos al detalle.









Comenzamos el festival con varios entrantes, muchos de ellos típicos riojanos, los cuales se sirvieron al centro, como mandan los cánones. El primero consistió en una tosta de pan artesano con jamón ibérico, tomate natural y aceite de aberquina. Se puede decir que correcto sin más, incluso el jamón de sabor, bastante mediocre.













El siguiente entrante, entre el gusto y placer que tuvimos de degustar, fue, sin duda, el mejor de todos ellos. Unas magníficas, suculentas y sabrosas croquetas variadas, tanto de chipirón como de jamón ibérico. Dominio en el arte de elaborar una bechamel fina, cuidada, delicada y exquisita. Y ese es el gran secreto de una buena croqueta. Sencillo, pero al mimo tiempo, realmente complicado.












Continuemos. El siguiente entrante más que propio de la tierra, es todo un símbolo gastronómico riojano: morcilla y choricillo a la brasa ¿O no les parece que es así? ambos espléndidos. Una morcilla de arroz con un pequeño toque picante, para darle un sabor algo más intenso y un chorizo suave, pero con sabor. Todo ello acompañado con unos pimientos rojos riojanos, que nunca deben de faltar. Son su orgullo regional, y con todo merecimiento, por cierto.






Último entrante. Momento de llanto gastronómico podríamos denominarlo. Jamás he comido unos gambones a la sal de tan pésima calidad. No había ser humano que pudiera separar la piel de la gamba, señal inequívoca de que eran unas piezas congeladas, pero además, con serios problemas en el proceso de cocción. Y esto último es aun más grave, dado que se tratan de nociones de primero de cocina, por lo que nos encontramos ante un grave contratiempo. Ya saben, manos a la obra y a subsanarlo. O bien, continuar con la materia prima de la tierra...










Y por fin, llegamos al plato estrella del día y de la región: cordero de leche asado al horno de leña, tanto con patatas panadera como patatas fritas y ensalada. Detalle a valorar que se ofrecieran ambos tipos de patata. Y sobre el cordero en sí, un servidor esperaba más. No me dio la sensación de encontrarme ante verdaderos profesionales en materia de asados, como era mi opinión previa. Es más, había trozos que rozaban la cocción. Grave también. Hay que ponerse las pilas.






Finalmente, los postres, los cuales fueron una grata sorpresa. Por un lado, el sorbete de limón al cava, y por otro, el arroz con leche al estilo asturiano. Este último fue verdaderamente un placer inesperado, y se lo cuenta un asturiano, que es mucho decir, siempre que se habla de este dulce. Pues bien, cumplieron más que a la perfección. Felicitaciones. 










Por tanto, no queda más que añadir que si optamos por la materia prima local acertaremos, si no...


Última visita: 23/03/13
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C/Portales 51 (Esquina Capitán Gallarza, 10)
26001 Logroño -La Rioja-. 
                              


941241334 / 685470150 

martes, 19 de marzo de 2013

Gastronomía en un espacio mágico

En el día de hoy en nuestra sección de joyas gastronómicas tenemos el placer de ofrecerles, además de una maravilla culinaria, un encanto y lujo arquitectónico inolvidable. Estamos hablando del restaurante Yandiola, ubicado dentro del prestigioso edificio de La Alhóndiga de Bilbao. La importancia de esta construcción no sólo se debe a su belleza, sino que desempeña un papel preponderante en la historia de la noble villa de Bilbao. Un viejo almacén de vinos y aceites se ha transformado en un espacio multiusos situado en el mismo corazón de Bilbao. 43.000 metros cuadrados dedicados al ocio y la cultura creados por el gran diseñador francés Philippe Starck. La Villa recupera de esta forma un edificio histórico y adapta su uso a la nueva identidad de la ciudad, moderna y alejada de su pasado industrial. La Alhóndiga forma parte ya, junto al Guggenheim y al Euskalduna, de este nuevo Bilbao.







La magia gastronómica del Yandiola está liderada por Ricardo Pérez, el cual no ha dejado de recibir premio tras premio en su ya larga dilatada experiencia. Creatividad y excelencia son los elementos que guían a esta casa, con el concepto de slow food presente en todos y cada uno de los platos; es decir, se tratan de impulsar  las tradiciones gastronómicas regionales, con sus productos y métodos de cultivo. Todo ello en un ambiente moderno y relajado. Un comedor más que espacioso, donde llama la atención la cantidad de sofás. Quizás, este no sea el modo más cómodo de afrontar una larga comida, pues el riego de hundirse y aletargarse es más que evidente, pero... Todo lo compensa la preciosa terraza, complemento ideal para alargar la sobremesa, cuyo espacio, además de ser uno de los más bellos de Bilbao, es lo más in de la actualidad.






Desde luego que los platos ofrecidos están acordes con la decoración señalada; prima la innovación y la vanguardia. El cuidado de la materia prima es exquisito, por lo que es más recomendable optar por el ya clásico menú degustación, con el fin de poder saborear el mayor número de referentes de la vasta y rica gastronomía vasca. No obstante, para facilitarles la demanda de ustedes, me permito la licencia de recomendarles la elección del pescado. No existe ninguno que defraude. Por lo que si son amantes de los mejores ingredientes que proporciona el mar, no hay ningún tipo de duda, pescado, y no se hable más. Otro gran elemento a destacar son los postres. Dejen un pequeño hueco, porque valdrá la pena. Y por último, mención especial al pan. Gran inicio, gracias a una variedad sabrosa de panes.






Por tanto, una oportunidad única de visitar un edifico histórico, al tiempo que complacemos a nuestros humildes jugos gástricos.





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Edif. Alhóndiga Bilbao, Plaza Arriquibar 4
 48010 Bilbao

944 133 636

martes, 12 de marzo de 2013

Todo el sabor en su máxima expresión

El poder disertar sobre la magia gastronómica que nos ocupa hoy es un auténtico honor y halago para un servidor. Tuve el placer de visitar una vez más el restaurante, que sin ningún género de dudas, no sólo va a ser un referente de la gastronomía bilbaína, sino de toda la gastronomía vasca en su conjunto, y eso está al alcance de muy muy pocos, queridos lectores. Estamos hablando del Mina. Ubicado en el corazón de Bilbao y situado en un paseo peatonal junto a la Ría, donde desde sus ventanales se divisan el recién restaurado mercado de La Ribera y la iglesia y el puente de San Antón. En definitiva, un lujo.






El nombre tiene su pequeña historia; el origen etimológico esconde la existencia de un antiguo yacimiento minero en el mismo emplazamiento. Una vez allí, tras atravesar una gran puerta y dejar a la derecha su pequeña, pero bien surtida bodega, se accede al comedor, de decoración clásica y con unas vigas de madera espectaculares (reminiscencias del pasado), con las mesas perfectamente vestidas y  una separación entre ellas más que considerable. Todo ello bajo el mando de Álvaro Garrido, uno de los jóvenes sucesores de la cocina vasca. Acaba de recibir una estrella Michelín, que desde luego no será ni el primer ni último premio que va a obtener. Mis más sinceras felicitaciones, Álvaro.








Y esta vez, en cuanto a la elección de platos no tuvimos opción (¡¡Bendita obligación):  sólo se nos ofrecía el menú degustación. Dicho menú es su única forma de expresión culinaria, si bien existe para los más hambrientos una variante de dicho menú ampliada. El inicio fue ciertamente original: un aperitivo de crema fría de algas con una planta llamada ombligo de Venus, la cual además de ser sabrosa y refrescante, es diurética. Tres en uno. Maravilloso.











Continuamos con unos mejillones en jugo de coco y citronella y pulpa de tomate picante ¡¡Qué variedad y combinación de sabores!! Y lo importante, el resultado rotundamente sabroso. Como bien indica la filosofía del propio Mina, en la elaboración de un plato buscan la proporción, la justa medida en la combinación de productos que se acompañan para ensalzarse, y doy fe que lo logran. Enhorabuena.










Sigamos. En el tercer entrante la influencia de la reina de la gastronomía, osease la procedente de Japón, es más que evidente. Cuando vean los ingredientes no les va a quedar ninguna duda: chicharro semicrudo con crema de untar de coliflor y polvos de té verde. Ya ven, la forma de elaborar el pescado, la utilización del té, y por último, siempre la presencia de una crema para suavizar la contundencia de un pescado prácticamente crudo. Y si la coliflor la sustituimos, por ejemplo, por nenúfares, plato completamente asiático. Gran mérito el tuyo, Álvaro, por permitirnos conocer gastronomías de otros países con productos locales.










Como último entrante, el que en mi opinión fue el campeón gastronómico de la jornada vespertina: la kokotxa de bacalao asada sobre crema de patata y terrina de foie casera. Impecable la combinación del foie y el pescado. Algo en principio impensable, dada la querencia del foie a la carne. Un punto de los de mucho mérito en el haber de Álvaro.










Por fin, después de esta variedad amplísima de sabores y materias primas, llegamos al pescado y a la carne. Comenzando por el primero, hay que señalar que la elección del pescado fue acertadísima: merluza del Cantábrico acompañada de jugo de perdiz a la canela. Ello demuestra que su cocina está ligada al producto local y de temporada, ya que en él se encuentra el sabor en su máxima expresión. No obstante, por ponerle un pero a este plato, quizás el jugo de perdiz, al tener un exceso de sabor, no dejaba brillar en su máximo esplendor a la reina de los mares. O quizás, era una forma de adentrarnos en el siguiente plato. Jamás lo sabremos.







Y antes de los postres (que verdaderamente fueron numerosos y exquisitos), lo prometido; el momento de la carne: pichón de Bresse asado con crema de miso y setas de temporada. Otro de los grandes de la jornada y otro guiño a la cocina japonesa, al recurrir al comodín del miso. Les aseguro que jamás he tenido el gusto de comer un pichón tan tierno, jugoso y sabroso. Creo que se trata de plato de obligada cata, siempre que se acuda a este santuario gastronómico.








En cuanto a los postres, lo que primaba, sin lugar a dudas, era la variedad. Para comenzar e ir facilitando la digestión, una refrescante crema de limón, bizcocho de yogur y helado de leche. Por si esto no fuera suficiente para reposar nuestros alterados jugos gástricos tuvimos la oportunidad (¡Y bien que la aprovechamos) de saborear un sorbete de crema al Sauvignon, más reconfortante y refrigerante, aun si cabe. 











Después de refrescarnos, nos llegó el momento dulce-salado. Álvaro, una vez más, siempre tiene presente el referente gastronómico japonés. Como bien es conocido por todos, los comensales oriundos de dicho país son algo reticentes al dulce. De ahí que el capitán como punto final ofreciera un soberbio postre a base de plátano, café y oliva negra. Y no se vayan, señores, que aun nos queda una más. Dulces variados para irnos con una sonrisa de oreja a oreja a nuestros respectivos hogares: macarrones de chocolate, bizcochos y golosinas.










Último aviso para los verdaderos amantes de las grandes aventuras gastronómicas; hay un lugar mágico que les está esperando y estoy seguro qué no hace falta recordarles de cuál se trata.


Última visita: 08/03/13
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Muelle Marzana, 48003,
Bilbao, Vizcaya


944 79 59 38

martes, 5 de marzo de 2013

La expresión del feed-back gastronómico

Belleza, flexibilidad, adaptación, multifuncionalidad, versatilidad, agilidad, cultura, ocio... Todo eso y mucho más, queridos lectores, es la maravilla gastronómica que van a conocer en el día de hoy. Ni Neu (traducción del euskera al castellano, yo mismo) ubicado en la bella Donostia, es dicha joya. Y estoy seguro que la denominación tiene un porqué y esconde algo más; cada uno de nosotros es capaz de exigir un menú ad hoc y será satisfecho inmediatamente. Es el lema del Ni Neu. No hay nada imposible: multitud de menús de diversos precios, reuniones de trabajo, grupos grandes, bodas. Opciones para cada momento a medida del comensal. Ese es el camino.






Primer 10: la ubicación. Situado frente al mar y el río Urumea, las vistas son espectaculares, siendo además parte de una arquitectura muy especial ¡¡Se halla en la planta baja del Auditorio del Kursaal!! Ello, por supuesto, implica el estilo de cocina: desenfadada, moderna y de autor, donde los productos son de primerísima calidad, pero siempre se elaboran con las más innovadoras técnicas de cocina. Saber hacer, que no se pierde en el servicio, el cual, huelga decirlo, es excelente. Todo muy profesional y perfecto. En definitiva, un ejemplo para la hostelería actual.






¿Pero, quién se encuentra detrás de tan magno prodigio? Como no podía ser de otra manera, las riendas  de este indomable corcel gastronómico requieren del respaldo de un grupo, que pueda controlar todo a la perfección: IXO, grupo empresarial especializado en restauración que integra los restaurantes Mugaritz (Errenteria, Gipuzkoa), Bodegón Alejandro (Donostia-San Sebastián, Gipuzkoa), Nerua y Bistró Guggenheim Bilbao (Bilbao, Bizkaia), además del propio Ni Neu, cuyo objetivo es crear cultura a través de la gastronomía desde un espíritu inquieto, inconformista e idealista.





El gran valor añadido está en los menús. Incluso existe uno de ellos al precio de 25 €, de una calidad impresionante, pasando por muchos más para llegar a la delicatessen máxima: el menú degustación de 60 €. Ya ven, precios al alcance de todos los bolsillos. Sobre la comida, prefiero que la descubran ustedes mismos y me lo cuenten. Sólo una cosa más: no se vayan sin probar la torrija empapada en yemas de huevo y nata fresca, tostada y caramelizada en la sartén con crema helada casera y jugo de lima. Les prometo que serán un poco más felices.


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Paseo de Francia 2 -1ºc.
20012 Donostia-San Sebastián. · Guipúzcoa

943 32 70 99