martes, 15 de octubre de 2013

El saboreo de un pedazo de historia

Abandonamos Galicia y continuamos con nuestro periplo gastronómico. Antes de entrar en materia, les quería señalar, que les agradecería muy mucho que clicaran en Te invito a que cliques Me Gusta en mi página, apartado este que acaba de ser recientemente añadida en la parte derecha superior de la página, debajo de las encuestas. Será para un servidor todo un halago y un auténtico premio emocional. Abordando, ahora ya sí, el tema que nos compete, indicarles que en el día de hoy viajamos a tierras castellano-leonesas, más concretamente a Benavente, provincia de Zamora. Allí visitamos el Restaurante Condes Pimentel del Parador de dicha localidad.






En cuanto a la comida, lo que allí van a encontrar va a ser una oferta gastronómica sobria de la tierra, acorde con su decoración mudéjar con tapices y lámparas forjadas y extraordinarios jardines clásicos. Sobre el edificio, muy buena impresión; se trata de un castillo-palacio de estilo renacentista en pleno centro de la ciudad, y que fue Sede de las Cortes en 1202. De este modo, además de nutrirnos de la mejor gastronomía tradicional zamorana, tenemos la posibilidad de darle un buen bocado a nuestra rica y vasta historia. Doble beneficio.








El inicio fue el tradicional; un aperitivo cortesía de la casa a base de hojaldres de chistorra. Nada que objetar. Sencillos, correctos, y un buen modo para abrir boca.






Primeros platos, abundantes y contundentes. Por un lado,  el clásico, pero al mismo tiempo resolutivo y del gusto de todos, huevos fritos con chorizo y lomo. Por otro, un plato más innovador y atrevido: risotto cremoso con calabaza frita y pétalos de flor. Y por último, ensalada de la huerta.







El primer plato era regresar a la infancia, y por qué no, una forma de no dar la espalda a la cocina de a diario, dado que la innovación se alimenta de dicho trabajo diario. Además, el plato era algo más, con esos ajitos y el laurel, los cuales le otorgaban un sabor especial. El otro principal, nada que ver. Se buscaba una óptima sinfonía de ingredientes para lograr una armonía bien afinada, y se logró. 





Por lo que respecta a la ensalada, para cubrir el trámite sin más. Olivas negras, pimientos rojos caseros, atún y lechuga. Desde luego, que no pasará a los anales de la historia de las ensaladas, habida cuenta de su mayúscula simplicidad.








Vayamos con los platos principales. En este caso, igualmente, se impuso la variedad: trucha con guarnición de verdura y entrecot con verduras y patatas rebozadas. De lo que sí estoy seguro que se han dado cuenta es de la importancia que se le concede a la verdura en todo momento. Fue una constante de todos los platos; se cumple la máxima de que comer sano no impide comer variado.




En cuanto al pescado, la trucha sin grandes estridencias. Nuevamente hacer hincapié en productos de la tierra como setas, zanahorias, calabacines, pimientos, espárragos trigueros... No obstante, si se debe de hablar más de la guarnición que el elemento principal, algo falla... Por su parte, el entrecot, más de lo mismo.: foco de atención en la verdura. Nada especial y unas patatas rebozadas que pueden crear división de opiniones.








Finalmente, los postres fueron refrescantes y bastante apetecibles. Comencemos por el más atrevido: tocinillo de cielo con galleta de chocolate y helado de yogur. Muy logrado el tocinillo, y dada su tremenda dificultad, en este caso merecido aplauso. El resto de postres, sorbetes y helados, muy adecuados para combatir el calor de la mejor de las maneras posibles. Por un lado, helados de turrón, chocolate y stracciatella, y por otro, sorbete de melón, sandía y mandarina. Todos caseros y con una textura perfecta. Bravo.






En definitiva, gastronomía tradicional e historia unidas en el plato.



Última visita: 29/08/13
Paseos de la Mota s/n - 49600 Benavente
980630300

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