martes, 10 de diciembre de 2013

Calidad y parsimonia

Ya discutiremos el porqué del título, porque tiene su miga, pero primero lo primero. Decidimos visitar uno de los restaurantes más virtuosos y con más cachet de una de las zonas costeras más bellas de Bizkaia, concretamente, la zona de Uribe Kosta. Y allí nos encontramos con un coqueto, pero acogedor restaurante llamado Regi, sito en Urduliz, donde la cocina tradicional está más que dignamente aliñada con unos esperanzadores toques de modernidad y vanguardia.






En cuanto al local en sí, nada que objetar. Si bien es cierto, que su apariencia exterior no hace justicia a la exquisita decoración que se puede disfrutar en el interior. Sin embargo, comenzamos con los peros. Para comenzar, aun cuando nuestra reserva era clara y concisa, se nos tuvo esperando, excusándose porque ¿estaban bajando mesas? Tras este incidente y una vez obtenido nuestro botín preciado (la mesa) llegó algo más inexplicable aun; cuando nuestro deseo era degustar un menú degustación, demandamos al camarero (antónimo preciso de amabilidad) su composición, y este ni corto ni perezoso nos contestó que no podía describirnos de qué platos constaba. Evidentemente tuvimos que decantarnos por la carta, visto el interés que mostró el susodicho en ofrecernos el mencionado menú. Y tras un cúmulo de desdichas y mayores despropósitos, decidimos degustar el café en otro lugar. Lástima que el servicio no esté, ni mucho menos, en consonancia con la atención del personal. Y esos detalles como no se cuiden...










La comida, otro cantar, pero cantares de los buenos. Exquisita. Raciones muy elaboradas y de gran tamaño, como así lo certificaron los entrantes. 3 en 1. Puré de guisantes, crema de queso con pesto y un pan tumaca espectacular. La crema de guisantes fina, fina y sobre el queso también todo parabienes, gracias principalmente a la cantidad y variedad de panes, que acrecentaban esa sensación de placer gastronómico.













Otra gran experiencia, las croquetas que se nos ofrecieron; originales, variadas y exquisitas. Cada una de ellas con su toque y personalidad: de jamón, chorizo y picantes. Y no sólo era el relleno lo que variaba, incluso el rebozado de pan rallado y huevo era único especial para cada croqueta: maíz, coco. Bravo.








Iniciemos el festival con los primeros platos: cigalas de Ondarroa fritas con tempura sobre salsa de Idiazabal y caramelo de Módena. Plato de los que catalogo que pasarán a los anales de la gastronomía. Tempura refinada, con la dificultad que entraña ello, junto a unas gambas exquisitas y un pastel de pescado soberbio, bien adornado todo ello con flores nutritivas y alimenticias. Perfecto.







Y no abandonamos el nivel sublime: raviolis rellenos de chipirón con crema de hongos. La textura del calamar increíble y la delicadeza de la pasta, tampoco le iba a la zaga, sin olvidar una salsa que emocionaba al paladar más exigente, dado que nos permitía degustar los citados panes tan caprichosos. El único defecto, el espárrago triguero, el cual quizás estuviera un poco duro, circunstancia que oscurecía ligeramente la grandiosidad del plato.





En cuanto a los segundos, podría decirse que bajaron un poco el nivel, aunque mantenerlo, es verdad, que resultaba una auténtica quimera, habida cuenta de la calidad de los manjares previos. Como mandan los cánones, primero pescado: lomos de salmonetes desespinados sobre risotto de percebes. Fresco y sabroso, como caracteriza a dicho pescado, pero ¡¡Atención al riesgo de que el percebe enmascare el sabor del pescado!! Aviso a navegantes.







Por último, afilemos los dientes con la carne. Solomillo del país con jugo de mostaza. Los frutos secos, la cebolla y la rosca de patata fija más que notable. Y lo principal, la carne, roja, jugosa y una buena pieza. Nada que objetar.











Y el postre en la línea de lo ya comentado, vanguardista y tamaño de ración más que generosa: tartita cremosa de queso, infusión de frutos rojos y galleta rota. Bravo por el helado de cítricos, la tarta, y sobre todo, por esa galleta rota que realmente me encantó.











Por último, la casa nos ofreció, gentileza de la casa, unos dulces muy a considerar: crema fría de leche, trufas de chocolate y bizcochos rellenos de frutas. Se agradece el detalle, si bien no compensa para nada en absoluto el sufrimiento de tanta tropelía.










Nada más. Calidad gastronómica a prueba de paciencias de nivel Job.


Última visita: 07/12/13


Regi Taberna
Aita Gotzon nº 2
48610 URDULIZ, Bizkaia
 



94 676 58 56 


P.D. Por cierto, ya que se acercan las Navidades, abrimos una nueva encuesta acorde con el periodo estival.

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